¿Cómo nació la tradición del nacimiento en Navidad?

 El nacimiento o portal de Belén es uno de los signos más entrañables y universales de la Navidad cristiana. Presente en hogares, iglesias, escuelas e incluso espacios públicos, esta tradición no surgió de manera espontánea, sino que tiene un origen histórico y espiritual muy concreto dentro de la Iglesia.

La base del nacimiento se encuentra en el relato evangélico de san Lucas, donde María coloca al Niño Jesús en un pesebre, un comedero de animales, ante la falta de alojamiento. De ese pesebre —scripia en latín— derivan términos como crèche, krippe o crib, que con el tiempo pasaron a designar no solo el comedero, sino toda la escena de la Natividad.

Desde sus orígenes, el portal de Belén ha sido un símbolo profundo: honra la maternidad, la infancia y la vida, y recuerda que Dios eligió la sencillez para hacerse presente en el mundo. Ya en el siglo VI, en Roma, se celebraba la Navidad con estatuas de María, José, el Niño, el buey y el asno en la basílica de Santa María la Mayor.

Un punto decisivo en la historia de esta tradición lo marca san Francisco de Asís. En 1223, en Greccio, organizó el primer nacimiento viviente de la historia, con personas y animales reales, para ayudar a los fieles a contemplar el misterio de la Encarnación de forma sencilla y cercana. Su iniciativa tuvo un enorme impacto espiritual y pastoral.

A partir de entonces, comenzaron a aparecer nacimientos esculpidos: primero en madera, luego en piedra. El más antiguo que se conserva es el encargado por el papa Nicolás IV en 1288. Durante la Contrarreforma, los jesuitas impulsaron el uso del Belén como recurso pedagógico y catequético, difundiendo su presencia en iglesias de toda Europa.

Con el tiempo, la tradición pasó del templo al hogar. En Italia, especialmente en la región de Nápoles, las familias nobles comenzaron a instalar nacimientos domésticos. En Francia, durante la Revolución, el Belén en casa se convirtió incluso en un acto de resistencia de la fe. Desde entonces, montar el nacimiento es, para muchas familias, el gesto que inaugura la Navidad.

La historia del nacimiento de Navidad muestra cómo la fe se transmite no solo con palabras, sino también con signos visibles que hablan al corazón. El Belén nos recuerda que Dios entra en la historia desde la humildad, invitándonos a contemplar, agradecer y vivir el misterio del amor hecho carne.

Cada portal de Belén, por sencillo que sea, es una catequesis viva que atraviesa los siglos y une a generaciones enteras en torno al misterio de la Encarnación.
La Navidad se comprende mejor cuando se contempla desde un pesebre.