Período de las 33 o 34 semanas en el curso del año en las cuales se celebra el misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los domingos. Es el tiempo de la Iglesia que espera el regreso de su Señor haciendo presente su misterio de salvación. Comienza con la fiesta del Bautismo del Señor y se prolonga hasta el Domingo 34º (fiesta de Jesucristo, Rey del Universo) con la semana que le sigue. Es interrumpido, el Miércoles de Ceniza, para la celebración anual de la Pascua y retomado el lunes después de Pentecostés. El color litúrgico propio de este tiempo es el verde. También se llama tiempo durante el año.
Celebremos el Tiempo Ordinario
Este tiempo se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios
Por: P. Antonio Rivero, L.C. | Fuente: Catholic.net
Ordinario no significa de poca importancia, anodino, insulso, incoloro. Sencillamente, con este nombre se le quiere distinguir de los “tiempos fuertes”, que son el ciclo de Pascua y el de Navidad con su preparación y su prolongación.
Es el tiempo más antiguo de la organización del año cristiano. Y además, ocupa la mayor parte del año: 33 ó 34 semanas, de las 52 que hay.
El Tiempo Ordinario tiene su gracia particular que hay que pedir a Dios y buscarla con toda la ilusión de nuestra vida: así como en este Tiempo Ordinario vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, le vemos crecer en edad, sabiduría y gracia delante de Dios su Padre y de los hombres, le vemos ir y venir, desvivirse por cumplir la Voluntad de su Padre, brindarse a los hombres…así también nosotros en el Tiempo Ordinario debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, y sobre todo, cumplir con gozo la Voluntad Santísima de Dios. Esta es la gracia que debemos buscar e implorar de Dios durante estas 33 semanas del Tiempo Ordinario.
Crecer. Crecer. Crecer. El que no crece, se estanca, se enferma y muere. Debemos crecer en nuestras tareas ordinarias: matrimonio, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo, en el estudio, en las relaciones humanas. Debemos crecer también en medio de nuestros sufrimientos, éxitos, fracasos. ¡Cuántas virtudes podemos ejercitar en todo esto! El Tiempo Ordinario se convierte así en un gimnasio auténtico para encontrar a Dios en los acontecimientos diarios, ejercitarnos en virtudes, crecer en santidad…y todo se convierte en tiempo de salvación, en tiempo de gracia de Dios. ¡Todo es gracia para quien está atento y tiene fe y amor!
El espíritu del Tiempo Ordinario queda bien descrito en el prefacio VI dominical de la misa: “En ti vivimos, nos movemos y existimos; y todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura, pues esperamos gozar de la Pascua eterna, porque tenemos las primicias del Espíritu por el que resucitaste a Jesús de entre los muertos”.
Este Tiempo Ordinario se divide como en dos “tandas”. Una primera, desde después de la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma. Y la segunda, desde después de Pentecostés hasta el Adviento.
Les invito a aprovechar este Tiempo Ordinario con gran fervor, con esperanza, creciendo en las virtudes teologales. Es tiempo de gracia y salvación. Encontraremos a Dios en cada rincón de nuestro día. Basta tener ojos de fe para descubrirlo, no vivir miopes y encerrados en nuestro egoísmo y problemas. Dios va a pasar por nuestro camino. Y durante este tiempo miremos a ese Cristo apóstol, que desde temprano ora a su Padre, y después durante el día se desvive llevando la salvación a todos, terminando el día rendido a los pies de su Padre, que le consuela y le llena de su infinito amor, de ese amor que al día siguiente nos comunicará a raudales. Si no nos entusiasmamos con el Cristo apóstol, lleno de fuerza, de amor y vigor…¿con quién nos entusiasmaremos?
Cristo, déjanos acompañarte durante este Tiempo Ordinario, para que aprendamos de ti a cómo comportarnos con tu Padre, con los demás, con los acontecimientos prósperos o adversos de la vida. Vamos contigo, ¿a quién temeremos? Queremos ser santos para santificar y elevar a nuestro mundo.
Con la solemnidad de Pentecostés se da término al tiempo Pascual, y la Iglesia retoma el tiempo ordinario, el cual se vió interrumpido por el Periodo Cuaresma – Pascua.
El tiempo ordinario se divide en dos partes. La primera ocurre entre la Navidad y la Cuaresma. La segunda parte ocurre entre los tiempos de Pascua y Adviento.
Se llama tiempo ordinario, porque no celebramos algún misterio en particular de Cristo, a diferencia de Navidad o Pascua, pero a pesar de ello, este tiempo litúrgico no es inferior a los otros ciclos del año.
El tiempo ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa “contar”. Es llamado tiempo ordinario porque las semanas se nombran en orden numérico.
El color verde, que lo podemos encontrar en todas las plantas y los árboles, simboliza la vida y la esperanza, y es este el color que se utiliza durante el transcurso del tiempo ordinario.
El tiempo ordinario con cada Domingo nos invita a estar en las mejores condiciones para dar testimonio de las Buenas Nuevas de Jesucristo en medio de nuestra vida “normal” o cotidiana. De esta manera, el tiempo ordinario puede suponer un reto para nosotros como cristianos en medio de la sociedad.
De lo que se trata es de reunir a la comunidad para celebrar la vida humana y el trabajo de todos los hombres como un don de Dios y una oportunidad de enriquecimiento personal y social, todo ello en el espíritu de fe y de conversión.
Pidamos al Señor, que nos ayude a ver la belleza de los momentos ordinarios de nuestras vidas. Que nos ayude a entender que Él está con nosotros todos los días. Que consuele por medio de su Espíritu Santo a aquellos que no satisfacen sus necesidades ordinarias diarias. Y nos ayude a estar siempre agradecidos por las formas en que nos bendice todos los días.
¿Que es el tiempo ordinario?
El Tiempo Ordinario es una parte del año litúrgico en la Iglesia Católica que no está vinculada a la celebración de las principales festividades como Navidad, Pascua o Pentecostés. Durante este tiempo, la Iglesia reflexiona sobre diversos aspectos de la fe y la vida cristiana de forma continua, es un tiempo de crecimiento espiritual y maduración en la fe.
En las Escrituras
En la Biblia, vemos que la vida cotidiana y el seguimiento de Jesús en el día a día eran fundamentales en el ministerio terrenal de Jesucristo. Jesús enseñaba a sus discípulos a través de parábolas y acciones ordinarias, mostrando la importancia de la vida diaria en la vivencia de la fe (Mateo 13, Marcos 4).
Según los Padres y Doctores de la Iglesia
Los Padres de la Iglesia, como San Agustín, resaltaban la importancia de la vida cotidiana como un espacio para el encuentro con Dios y el crecimiento espiritual. En sus escritos, destacaban la necesidad de vivir la fe en el día a día, en las tareas ordinarias y en las relaciones con los demás.
Según el Magisterio de la Iglesia
El Magisterio de la Iglesia subraya que el Tiempo Ordinario es un periodo propicio para la maduración de la fe de los fieles, donde se da la oportunidad de profundizar en la enseñanza de Jesucristo y en la vida de la Iglesia. Es un tiempo de gracia y crecimiento espiritual.
Lo que han dicho los papas
El Papa Benedicto XVI afirmó que el Tiempo Ordinario nos invita a llevar a Cristo a nuestro día a día, a vivir nuestra fe en lo ordinario de la vida, permitiendo que nuestra relación con Dios transforme todas nuestras actividades cotidianas en ocasiones para el encuentro con el Señor.
¿Que es el tiempo ordinario?
El Tiempo Ordinario es el período litúrgico más largo del año y se caracteriza por su continuidad y profundidad espiritual. Aunque no celebra un misterio específico de la vida de Cristo, como la Navidad o la Pascua, se centra en la totalidad de su misión y enseñanza. Es un tiempo para profundizar en la relación con Dios y madurar en la fe, tomando como ejemplo la vida pública de Jesús.
El Significado espiritual es el siguiente:
Es un tiempo de Crecimiento personal: El color verde simboliza la vida, esperanza y crecimiento. Se busca crecer en virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y en la santidad cotidiana.
Se tiene un Encuentro con Dios: Invita a encontrar a Dios en lo cotidiano, no solo en eventos extraordinarios, sino en la rutina diaria, el trabajo, las relaciones y las dificultades.
Se hace el Llamado a la misión: Inspirado en la vida activa de Cristo, se nos anima a vivir nuestra fe con alegría, testimoniando el Evangelio y sirviendo a los demás.
¿Cómo se Organiza y Divide, es la siguiente?:
Primera parte: Desde el Bautismo del Señor (después de Navidad) hasta el Miércoles de Ceniza.
Segunda parte: Desde el lunes después de Pentecostés hasta el Adviento.
Su Propósito, es lo siguiente:
Formación espiritual: Es un "gimnasio espiritual" donde se practica la fe con constancia y esfuerzo.
Madurez cristiana: Inspirarse en un Cristo maduro y responsable, creciendo en fidelidad a la voluntad de Dios.
Celebración dominical: Cada domingo es una mini Pascua, recordando la resurrección de Cristo.
En resumen, el Tiempo Ordinario no es un tiempo de menor importancia, sino una oportunidad para crecer espiritualmente, encontrar a Dios en lo cotidiano y vivir plenamente la fe cristiana.
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que es el tiempo ordinario?
El Tiempo Ordinario es una parte del año litúrgico en la Iglesia Católica que no está vinculada a la celebración de las principales festividades como Navidad, Pascua o Pentecostés. Durante este tiempo, la Iglesia reflexiona sobre diversos aspectos de la fe y la vida cristiana de forma continua, es un tiempo de crecimiento espiritual y maduración en la fe.
En las Escrituras
En la Biblia, vemos que la vida cotidiana y el seguimiento de Jesús en el día a día eran fundamentales en el ministerio terrenal de Jesucristo. Jesús enseñaba a sus discípulos a través de parábolas y acciones ordinarias, mostrando la importancia de la vida diaria en la vivencia de la fe (Mateo 13, Marcos 4).
Según los Padres y Doctores de la Iglesia
Los Padres de la Iglesia, como San Agustín, resaltaban la importancia de la vida cotidiana como un espacio para el encuentro con Dios y el crecimiento espiritual. En sus escritos, destacaban la necesidad de vivir la fe en el día a día, en las tareas ordinarias y en las relaciones con los demás.
Según el Magisterio de la Iglesia
El Magisterio de la Iglesia subraya que el Tiempo Ordinario es un periodo propicio para la maduración de la fe de los fieles, donde se da la oportunidad de profundizar en la enseñanza de Jesucristo y en la vida de la Iglesia. Es un tiempo de gracia y crecimiento espiritual.
Lo que han dicho los papas
El Papa Benedicto XVI afirmó que el Tiempo Ordinario nos invita a llevar a Cristo a nuestro día a día, a vivir nuestra fe en lo ordinario de la vida, permitiendo que nuestra relación con Dios transforme todas nuestras actividades cotidianas en ocasiones para el encuentro con el Señor.