Ryan Williams reflexiona sobre el papel central del sexo en el matrimonio, sosteniendo que no es un resultado secundario de la vida conyugal, sino la fuente que alimenta y fortalece el amor.
? Puntos clave:
La cultura suele reducir el sexo a un chiste o lo normaliza fuera del matrimonio, perdiendo su verdadero sentido.
En el matrimonio, el sexo no es una recompensa por el buen comportamiento, sino el origen de la energía que sostiene la vida en común.
El acto sexual es la única forma en la que dos personas pueden unirse sustancialmente en esta vida, convirtiéndose en “una sola carne”.
Requiere virtudes como dedicación, humildad, paciencia, vulnerabilidad y comunicación, que luego se trasladan a otras áreas de la convivencia.
Es el acto supremo mediante el cual los esposos dicen con el cuerpo: “Tu existencia es buena”.
Un matrimonio sólido necesita mejorar la calidad de su intimidad, perfeccionando el dar y recibir placer, dejándose transformar por la gracia sacramental, de manera análoga al abandono de Cristo en la cruz.
Reflexión
Este artículo recuerda la visión cristiana del matrimonio: el sexo no es solo físico ni meramente placentero, sino un acto teológico que revela el amor de Dios. Presentarlo como “alimento nutritivo” del matrimonio ayuda a contrarrestar la visión utilitarista o banalizada del sexo. La invitación a perfeccionar este acto apunta a que el amor es dinámico y requiere cultivo, incluso en la intimidad.
Notas breves
❤️?? Ryan Williams afirma que el sexo es el alimento del matrimonio, no su consecuencia.
Es la fuente de energía que sostiene la vida conyugal y el acto supremo en el que los esposos manifiestan que la existencia del otro es un bien.