¿Es pecado no creer en la Virginidad perpetua de María?

La enseñanza de la Iglesia Católica afirma con claridad que la Virginidad perpetua de María es un dogma de fe, es decir, una verdad revelada por Dios que debe ser creída por todos los fieles. Aunque pueda resultar un misterio difícil de comprender, negarlo intencionalmente constituye un error grave en la fe.

Para situar esta verdad, conviene recordar que la Iglesia reconoce cuatro dogmas marianos: la Inmaculada Concepción (María fue preservada del pecado original desde su concepción), la Maternidad divina (Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, y María es su Madre), la Virginidad perpetua (María concibió a Jesús por obra del Espíritu Santo, permaneciendo virgen antes, durante y después del parto), y la Asunción (fue llevada en cuerpo y alma al cielo). Estos dogmas se sostienen en la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

En relación con la Virginidad perpetua, el Antiguo Testamento ya anunciaba que el Mesías nacería de una virgen lo encontrarmo en Isaías 7,14, profecía cumplida en María, como lo testimonia el evangelio de san Lucas capítulo 1, versos del 26 al 38. Desde los primeros siglos, los Padres y Doctores de la Iglesia defendieron esta verdad de fe, que fue incorporada al Credo y custodiada a lo largo de la historia.

La pregunta central es: ¿es pecado no creer en esta verdad? La respuesta es afirmativa, aunque se distinguen dos situaciones. Si la negación se debe a ignorancia por falta de instrucción o desconocimiento de la doctrina, la responsabilidad personal se atenúa. Sin embargo, si la negación es consciente y deliberada, se incurre en herejía, ya que la fe católica no puede reducirse a aceptar solo una parte de la enseñanza de Cristo, seleccionando lo que resulta más cómodo o comprensible.

La Enciclopedia Católica explica que la herejía consiste en aceptar únicamente algunos aspectos de la doctrina cristiana, modificándolos según la propia conveniencia. Por ello, los fieles deben ser cautelosos al discernir qué creen y qué niegan, para no caer inadvertidamente en errores graves contra la fe.

El camino para evitar estas desviaciones es claro: formarse adecuadamente en la doctrina católica, profundizar en el conocimiento de la fe y cultivar una relación de amor y confianza con la Virgen María, a quien la Iglesia reconoce como siempre Virgen. El Catecismo de la Iglesia Católica, citando a san Agustín, lo expresa con precisión: María fue “Virgen al concebir a su Hijo, Virgen durante el embarazo, Virgen en el parto, Virgen después del parto, Virgen siempre”.

En conclusión, negar la Virginidad perpetua de María constituye pecado, especialmente si se hace con plena conciencia. Frente a este riesgo, el creyente está llamado a instruirse y a vivir en fidelidad al Magisterio de la Iglesia, para así dar testimonio coherente de su fe y crecer en el amor a la Madre de Dios, modelo de obediencia y entrega total al plan divino.

¿Sabías que la Virginidad perpetua de María es un dogma de fe en la Iglesia Católica?
Significa que María fue Virgen antes, durante y después del nacimiento de Jesús, y creer en esto forma parte de la fe auténtica.

Negarlo conscientemente es considerado herejía, aunque la ignorancia puede atenuar la responsabilidad. La formación en la doctrina y el amor a la Virgen nos ayudan a vivir la fe con verdad y coherencia.