¿Cómo se reconoce un milagro en la Iglesia

En la Iglesia Católica, un milagro es un hecho extraordinario atribuido a la intervención divina, indispensable para la beatificación o canonización de un santo, salvo en casos de mártires. La Iglesia busca ser extremadamente prudente en su reconocimiento, recurriendo tanto a expertos científicos como a teólogos.

El procedimiento comienza en la diócesis donde ocurre el presunto milagro. Se forma un tribunal de información que recopila testimonios, pruebas médicas y la documentación completa del suceso, asegurando que la recuperación sea completa, duradera y sin explicación científica. Posteriormente, el expediente se envía a Roma, donde el Dicasterio para las Causas de los Santos revisa la validez legal del caso y analiza la positio, un documento que demuestra la inexplicabilidad científica y la dimensión espiritual del hecho.

Expertos médicos y teólogos evalúan por separado los aspectos científicos y religiosos. Finalmente, cardenales y obispos del dicasterio presentan sus conclusiones al Papa, quien aprueba o rechaza el reconocimiento del milagro. Todo el proceso puede durar varios años, y la Iglesia reconoce solo unos pocos milagros al año, asegurando así la autenticidad de cada caso.

El reconocimiento de un milagro nos recuerda la presencia activa de Dios en nuestra historia y la importancia de la fe y la oración. No es un espectáculo, sino un signo de que Dios escucha y actúa, elevando nuestro entendimiento de lo divino y acercándonos a la santidad de quienes interceden por nosotros.

Un milagro no se reconoce por casualidad: ciencia y fe se unen para demostrar la obra de Dios.
Cada signo es un recordatorio de que Dios actúa en nuestras vidas.